Universitaria discapacitada pierde las ayudas públicas para continuar, sin explicación.

Muy Buenas.
Me llamo Saray Rodríguez Umpiérrez. Tengo 24 años, un 92% de incapacidad y curso 4º de arquitectura en la ULPGC. Le escribo este correo porque el Gobierno de Canarias me ha dejado tirada.

Me dieron una ayuda para venir de Fuerteventura y estudiar esta carrera en Gran Canaria, dicha ayuda consiste en la contratación de personal auxiliar que me acompañara las 24 horas del día ya que al ser grande dependiente necesito asistencia para cualquier actividad de la vida cotidiana. Me la siguieron ofreciendo el resto de cursos hasta este que al parecer estoy sufriendo el cambio político de la consejería encargada.

Ahora, justo cuando tenía aprobada mi beca de Erasmus para estudiar un año en Polonia, el Gobierno de Canarias ha dejado de concederme esa ayuda sin la más mínima explicación.

Desde el inicio del curso, no he podido asistir a clases, porque necesito un acompañamiento, ni seguir en la residencia de estudiantes, porque tuve que renunciar a ella por tema de plazos. Lo de ir de Erasmus a Polonia, como los demás estudiantes, ni me lo planteo.

En resumen: Estoy en un piso compartido que un buen amigo me ha ofrecido transitoriamente, no puedo ir a clases ni en Gran Canaria ni en Polonia y el Gobierno de Canarias no me da explicaciones ni paga a la empresa que presta los servicios de acompañamiento que necesito. O lo que es lo mismo, el Gobierno de Canarias me ha dejado en la estacada.

Disculpe las molestias y le ruego que me preste su ayuda en la medida de lo posible. Si quiere más información, puede contactar conmigo en el teléfono o correo abajo indicados.

Saray RU
SEGUIMOS SIN SABER NADA!
A raíz de los comentarios que se han sucedido en las Redes Sociales y en los Medios de Comunicación por la exposición de mi situación y la denuncia pública del “abandono” por parte de la Administración Autonómica, de las medidas de apoyo que venía recibiendo para poder realizar mis estudios fuera de mi isla de residencia (Fuerteventura), quisiera aclarar y, en su caso, desmentir algunas de las informaciones.

En primer lugar, las subvenciones específicas que el Gobierno de Canarias ha concedido en cursos anteriores, no se trata aportaciones dinerarias. No he recibido ni un solo euro. Yo únicamente he recibido la prestación de los Servicios de los/as cuidadores/as, que me acompañaban para poder realizar las actividades de la vida diaria. Esas tareas que cualquier persona con pies y manos puede realizar de forma independiente. Probablemente si hubiera estudiado en Fuerteventura, mi familia seguiría brindándome los apoyos tal y como lo han hecho durante toda mi vida académica, hasta llegar al segundo de bachillerato.

Puede que se trate de una medida excepcional, que tiene su encaje perfectamente en la normativa reguladora de las subvenciones. Pero, ¿ es que acaso mi situación no es excepcional?. No creo que cualquier persona con discapacidad pretenda “lucrarse” con los apoyos que el Estado le brinda.¿Es que las medidas de acción positiva no están para situar a las personas con discapacidad, en iguales condiciones a las de cualquier otra persona?.¿Es que los Gobiernos no deberían garantizar la igualdad de oportunidades?

No se trata de tener un trato preferente, frente a aquellas personas que tengan una situación similar a la mía,(“de vestir a un santo para desvestir a otro”), sino de que todas tengamos las mismas posibilidades de acceso a la educación y a la promoción de nuestra autonomía personal. Me pregunto si en Canarias hay alguna persona en mi misma situación, porque, por supuesto, haría también extensible mi reivindicación.

Lucho por lo que creo justo. Y justo me parece poder continuar con los “pies y las manos” que el Gobierno de Canario me brindó cuando empecé a estudiar, para poder concluir mis estudios. Hubiera sido preferible no haberme puesto “la miel en los labios” y jugar con mis expectativas de futuro y con mi vida..

En segundo lugar, no he recibido, ni recibo en la actualidad, ninguna prestación o servicio en el marco de la Ley de Dependencia. Esa es una afirmación manifiestamente incierta por parte de los representantes públicos (Viceconsejera de Políticas Sociales y Directora General de Dependencia del Gobierno de Canarias). El pasado lunes día 14 de Diciembre y después de 7 años de haber tenido reconocida mi situación de Dependencia grado III, me notifican la Resolución PIA, reconociendo una prestación económica vinculada a un Servicio de Ayuda a Domicilio por importe de 460€ ( que está en vías de ser recurrida), y que no se ajusta a mis necesidades. Recordar que la Prestación Económica de Asistencia Personal ( destinada a disponer de un/a cuidador/a para realizar las actividades de la vida diaria) viene regulada en la Ley de Dependencia y que en Canarias no se ha concedido ninguna.¿ NO hay más casos como el mío?

Tampoco me han ofrecido otras alternativas como un Centro y transporte adaptado, pero en el caso de que lo hubieran hecho, me parecería un retroceso, no sólo porque siempre he luchado por llevar una vida lo más normalizada posible, sino porque el coste que supone para la Administración Pública el mantenimiento de esos centros, no difiere de la prestación de los servicios de los cuidadores.
Tampoco es cierto que reciba ayudas por parte de la ULPGC, ni del Cabildo de Fuerteventura. No se a qué se debe tanto comentario malintencionado.

Yo lo único que pretendo es poder seguir estudiando en igualdad de condiciones a los de otros jóvenes de mi edad.
Me hace daño, que los representantes públicos instrumentalicen el principio de igualdad y consideren que recibo privilegios por encima de otras personas en mi misma situación, para justificar su falta de medidas. No, no me siento absolutamente privilegiada, me faltan unas manos y unos pies. Y simplemente quiero seguir estudiando.

Me debato entre la Impotencia y la rebeldía. Impotencia es probablemente lo que sintieron mis padres cuando nací con esta malformación congénita, pensando en cómo sería el futuro de nuestra niña. Impotencia, la que siento cuando se ven truncadas mis expectativas de futuro. Medité la decisión antes de recurrir a los medios de comunicación, porque ello suponía exponerme públicamente y sacrificar mi intimidad, pero,¿acaso me quedaba otra alternativa?.
Sí, la rebeldía. Luchar, luchar es lo que he hecho durante toda mi vida, contra las barreras físicas y, las más difíciles, las ideológicas. No pido auxilio ( pensaba que habíamos dejado atrás la beneficencia), sino el reconocimiento de un derecho ( la promoción de mi autonomía personal , medidas de acción positiva para favorecer mi integración social, educativa y laboral y la igualdad de oportunidades)

Sabía que esta vez, se trataba de enfrentarse a un “Gigante”, el gigante de la Administración, con todo su aparato burocrático, pero las muestras de apoyo de aquellos que comparten mis reivindicaciones, me ayudan. Gracias
Las personas con discapacidad llevamos incorporados en nuestro código genético, el afán de superación. Lógico, hemos de librar pequeñas y grandes batallas cada día.