💥"No lo vuelvo a hacer nunca más" Manu tras comerse 200 croquetas (vídeo)

 

El ingeniero que convirtió 4,5 kilos de croquetas en historia canaria

Manuel Rodríguez Correa escala al segundo puesto nacional tras devorar 200 croquetas en tiempo récord

Moya, 5 de julio de 2025

En poco más de dos horas, un viernes que comenzó como cualquier otro en La Croquetería de Moya se transformó en el escenario de una hazaña gastronómica que quedará grabada en los anales de los récords canarios. Manuel Rodríguez Correa, ingeniero aeronáutico de profesión y devorador de récords por pasión, acaba de reescribir la historia del archipiélago tras engullir 200 croquetas en apenas 2 horas y 20 minutos.

De las 130 a las 200: un salto cuantitativo hacia la gloria

La proeza no solo pulverizó su anterior récord personal de 130 croquetas, sino que catapultó al joven de 28 años directamente al segundo puesto del ranking nacional, pisándole los talones a Valentín Ferrer, quien ostenta la marca española con 237 unidades. Un ascenso meteórico que convierte a este canario en una leyenda viviente de la competición gastronómica extrema.

Samuel García, propietario del establecimiento, había diseñado una estrategia específica para maximizar las posibilidades de éxito: 75 croquetas de rulo de cabra con cebolla caramelizada, 75 de pollo tradicional y 50 de oreo. "El cambio de salado a dulce es fundamental", explica García. "Un solo sabor satura el paladar y hace imposible continuar".


La ciencia detrás del récord

Lejos de ser una aventura improvisada, Manuel había convertido su cuerpo en una máquina perfectamente calibrada para el desafío. Su preparación comenzó tres días antes, cuando eliminó completamente la cafeína de su dieta. El objetivo: que la bebida energética del día definitivo proporcionara un "chute" de energía devastador.

La víspera del récord, su alimentación se limitó a 4,5 kilogramos de sandía, una fruta estratégicamente elegida por su alto contenido en agua y fibra. "Tiene efecto depurativo y ensancha el estómago", explica Manuel, quien complementó esta dieta con una sesión matinal de running y dos litros de Aquarius para reponer sales minerales.

El momento de la verdad: 4,18 kilos de pura determinación

Cada croqueta pesaba aproximadamente 25 gramos, incluyendo 2 gramos de aceite por unidad. El resultado: 4,18 kilogramos de masa que Manuel logró procesar con la precisión de un ingeniero y la resistencia de un atleta extremo.

La técnica fue tan importante como la preparación física. Durante las primeras 100 croquetas, Manuel evitó completamente el agua, momento crítico en el que el cuerpo comienza a manifestar señales de saciedad. "El agua ayuda a generar saliva, que escasea cuando el organismo quiere dejar de comer", detalla el récordman.


Entre el asombro y la incredulidad

Los testigos presenciales del evento vivieron una experiencia que oscilaba entre lo surrealista y lo fascinante. María, la abuela de Samuel, resumía el sentimiento colectivo: "Nunca he visto cosa igual, yo me comí tres croquetas esta mañana y ya estoy llena". Sus palabras, acompañadas de gestos de incredulidad, capturaron la reacción unánime de quienes presenciaron el espectáculo.

Las caras de asombro y las risas nerviosas fueron la banda sonora de una tarde que transformó un establecimiento local en el epicentro de una hazaña deportiva gastronómica.

La estrategia del alternado: agua, gas y sabor

Superadas las primeras 100 croquetas, Manuel desplegó su arsenal de trucos acumulados durante dos años de competición. Alternó agua con gaseosa para liberar los gases generados por la ingesta masiva, mientras que una salsa de clipper de fresa proporcionaba el contraste de sabores necesario para mantener el apetito artificial.

"Todo es cuestión de engañar al cuerpo", explica Manuel, quien ya planifica nuevos desafíos en la Península junto a algunos de los competidores más destacados del panorama nacional.


El trofeo de una obsesión controlada

La Croquetería de Moya preparó una estatua-trofeo como reconocimiento a la hazaña, culminando así un evento que llevaban tiempo planeando. La conexión entre Manuel y el establecimiento surgió a través de las redes sociales, donde el ingeniero comparte regularmente contenido relacionado con sus desafíos gastronómicos.

Ahora, con 200 croquetas aún digiriéndose en su organismo, Manuel se toma un respiro obligatorio antes de su próximo reto. Porque para este canario que ha convertido los simuladores militares en su trabajo y los récords de comida en su pasión, cada nuevo desafío es una oportunidad de redefinir los límites de lo humanamente posible.

Un récord que sabe a gloria y a croqueta de oreo.

Puedes ver el vídeo del reto de las croquetas en el siguiente enlace de Instagram.