La Cueva Pintada guarda una reserva arqueológica de 2.000 metros cuadrados.

La Cueva Pintada guarda una reserva arqueológica de 2.000 metros cuadrados para ser desvelada por futuras generaciones.

La Cueva Pintada de Gáldar permite al visitante viajar al pasado y vislumbrar la vida que llenaba el poblado aborigen que la rodea y que aún desvela algunos de sus secretos, sin embargo muchos están aún por descubrir y solo serán conocidos por las futuras generaciones, para las que el yacimiento guarda dos reservas arqueológicas de casi 2.000 metros cuadrados aún sin excavar.

Y es que el núcleo urbano de Gáldar se asienta exactamente sobre la antigua Agáldar y si bien el yacimiento de la Cueva Pintada afloró porque se encontraba bajo un cultivo, el resto del antiguo poblado se extiende bajo las casas que lindan con el parque arqueológico, aunque entre el recinto y las edificaciones hay dos franjas de tierra que guardan tesoros enterrados que así permanecerán para que sean excavadas con las técnicas del futuro, tal como afirmó la directora del Parque Arqueológico, Carmen Rodríguez, al presidente de Canarias, Fernando Clavijo, y de Gran Canaria, Antonio Morales, durante su visita al recinto.
Declarado Monumento Histórico Artístico en 1972, este conjunto arqueológico del Cabildo de Gran Canaria no solo es valorado por su singular riqueza patrimonial, sino por la manera en la que presenta a las personas que allí vivieron al visitante para imprimirle una emoción que le hace recorrer el yacimiento con nuevos ojos.

Y es que una vez que el público conoce a Arminda, la pequeña aborigen que tras ser entregada a los conquistadores es bautizada como Catalina, y que ya de mayor relata con nostalgia su infancia en Agáldar y los sucesos que allí tuvieron lugar, es imposible que la visita se produzca con la indiferencia con la que se contemplan los objetos inertes.

Esta magia surte efecto a través de un vídeo en tres dimensiones que muestra a los personajes de la época, y sus sentimientos, que fue ideado para hacer sentir al brisa de Agáldar o acaso el fuego de sus antorchas, un esfuerzo pedagógico que cumple su décimo aniversario con la recepción cerca de 55.000 visitantes al año.

Acompañados por el alcalde de Gáldar, Teodoro Sosa, el presidente regional e insular recorrieron las huellas del pasado durante dos horas en las que pudieron contemplar las emblemáticas pinturas, con un significado aún por conocer, y las diversas construcciones del caserío aborigen, una población que se distribuía por la Isla en una treintena de poblados que llegaron a sumar 20.000 personas y que acabó con la conquista, cuando se extinguió esta sociedad y surgió una nueva realidad, concluye el vídeo.

El yacimiento que se puede recorrer en esta nueva realidad, apostilló la directora a un ya sobrecogido público, abarca 5.000 metros cuadrados y data del siglo VII al XVII, aunque la eclosión del poblado fue en torno al siglo XIII, tal como atestiguan los granos de cebada y gramínea encontrados en la Cueva Pintada, donde en 1882, cuando fue descubierta, también se encontraron cuerpos, vasijas y enseres.

Los visitantes, al igual que hicieron Clavijo y Morales, también pueden disfrutar de la reproducción de viviendas aborígenes, circulares por fuera cuadriculadas por dentro, sus dormitorios horadados en las paredes, ocupar su espacio, e incluso tumbarse en las camas, además de contemplar en una parte del recorrido las huellas que dejaron las manos aborígenes al pasar la argamasa y que una vez más humanizan el yacimiento.

La única pintadera sin decoración conocida, un anillo también con forma de sello, un machete hallado en la última campaña, cerámicas e ídolos fueron asimismo contemplados por el presidente canario y grancanario, quienes al término del recorrido elogiaron el esfuerzo realizado en el estudio, conservación y divulgación del patrimonio arqueológico de la Cueva Pintada, lo que le ha valido un nuevo premio en su décimo aniversario, el concedido por el centro internacional CICOP que recogerá Antonio Morales la próxima semana en Alicante.