Mensaje para Yeremi Vargas de su familia.

Se aproximan las navidades y seguimos sin saber qué pasó con nuestro pequeño. Una espina punzante e impregnada de tristeza, desesperación y angustia atraviesa nuestros corazones. Niños que pasarán otra Navidad sin compartir la esencia y la ilusión del día de reyes junto a su hermano.
El tiempo se paró aquel día, 10 de marzo del 2007, para nosotros y desde entonces todo ha sido un camino oscuro por el que a ciegas caminamos buscando una respuesta, un soplo de aliento, una simple esperanza que por muy pequeña que sea nos pueda hacer volver a coger impulso para respirar.

¿Papá, Mamá, porque nos tocó vivir esto a nosotros? ¿Volverá estas navidades nuestro hermanito? Estas son las preguntas más frecuentes que Aidan hace por estas fechas y su madre y yo nos miramos. Es entonces cuando sin más derramamos un puño de lágrimas sin poder evitarlo viendo como el silencio nos abraza y nos impide responder o encontrar alguna respuesta. Aday ya con tres añitos comienza a saber y a su manera, también muestra su cariño y respeto por la situación, y nos abraza susurrando con una voz rota; "os quiero mucho Papi y Mami".
Sentimos el dolor encadenado de la perdida de nuestro niño, de los lamentos de sus hermanos y lo que está o pudiera estar por llegar. Nunca imaginábamos que nuestras vidas transcurrieran de esta manera.
Muchas veces nos levantamos y damos un puñetazo en la mesa y nos decimos, "basta ya, es hora de seguir luchando y ser positivos, todo saldrá bien", pero nos volvemos a caer y es que después de ocho años sin saber de él, las esperanzas se van alejando y nuestro barco comienza a sumergirse en un mar frío y enfurecido que nos impide reflotar.
Un niño lleno de vida, de ilusiones, de inocencia y de alegría que se ha convertido en un adolescente, en el supuesto caso de que estuviera bien, saltándose la etapa más bonita que una persona pudiera vivir, la niñez.
Veo a su madre a diario repasando las mismas fotos todos los días. Atónita y con la mirada pérdida en frente de la pantalla del ordenador, recordando cada uno de los momentos que pudo vivir con él y es muy triste. "Niño, cinco minutos antes de desaparecer me pidió un batido y no se lo di, porque era la hora de comer, se lo llevaron sin comer y ese peso me impide ponerme en pie".
En estas navidades hijo mío, me he tomado la libertad de recordarte de esta manera, como cada año y esta vez quiero buscar el apoyo de los vecinos de Zalamea de la Serena, tu segunda casa. Entre todos queremos seguir rezando para que estés bien y pronto puedas volver a casa y retomar tu vida junto a nosotros.
Necesitamos mucha fuerza para tirar de este carro tan pesado que la vida nos ha cargado y que mejor forma que rodearnos de gente buena que de alguna manera comparte nuestro dolor y nuestra angustia.
Ithaisa, decirte que siempre cuidaré de ti, que seré tu pañuelo de lágrimas y que te abrazaré siempre como cada noche dándote todo mi apoyo, todo mi cariño y todo mi amor.
Por último, gracias a Hoy Zalamea por permitirme esta ventana para que esté donde esté nuestro niño, pueda seguir sintiendo el amor y el cariño de su familia.
Tus padres, hermanos y abuelos te seguimos queriendo y te seguiremos buscando. En nuestros sueños te abrazamos día tras día.
Con amor: Tu familia.